lunes, 17 de noviembre de 2014

Un día en La Romareda con el fantasma de Adolf

Friquis Verdes, en La Romareda 
Un total de cien Friquis Verdes (dos miembros activos y 98 amigos imaginarios) se desplazaron a Zaragoza para acompañar al Glorioso en una nueva decepción del formidable plantel que entrena el todavía más formidable Julio Velázquez.

Un finde de convivencia rociera en el que comenzamos visitando a la Pilarica para pedirle por nuestro Betis y de

paso invitar a la aldea de Almonte a nuestras amigas del Comando Permanente, un grupo de ochentonas que custodian la imagen de la Patrona zaragozana, que para nuestra sorpresa tiene una altura notablemente inferior a la de Juanito Sabas.

Al llegar a La Romareda los efluvios etílicos provocaron que confundiésemos el histórico estadio maño con el Allianz Arena de Münich. Destaca su arquitectura modernista, casi futurista, con casitas en uno de sus laterales donde residen pequeños elfos.

Entramos y colocamos nuestra pancarta. Luego tuvimos un pequeño scontri con los capos de Familia Unida, ya que varios de ellos querían dejarnos sin sitio en la valla. Los amenazamos con una Salve rociera y huyeron despavoridos para buscar la ayuda de los Barna.

Contamos con una sorpresa mayúscula en nuestra grada, ya que nos acompañó durante todo el día el fantasma de Adolf. Estuvo muy pasivo y se limitó a varios cánticos como "Matilla mit uns", con claros gestos de desaprobación en su rostro. Pero ahí estuvo el tío, como demuestran las siguientes imágenes:

Tito Adolf, uno di noi

Los locales comían muchas pipas, pero sus iltras proferían gritos insidiosos contra las huestes béticas. Así que hubo que pasar a la acción y recordarles a Agapito y que el Colectivo 32 no se llama así por el año de fundación del Real Zaragoza, sino porque no pasan de la treintena de miembros y, al igual que nosotros ayer, tienen amigos imaginarios.

No faltó en Zaragoza nuestra pancarta 
En cuanto al partido, lo de siempre. Marcamos, creemos que vamos a ganar y nos empatan dos veces. Y menos mal que Adán metió la manita en el descuento y no volvió a pasar lo de Pamplona.

Al final del partido y tras retenernos media hora en la que nos entretuvimos pidiéndole a una rubia que nos enseñara las tetas (sin éxito por el frío), vimos a varios del otro grupo correr a lo Ben Johnson. Pero no teníamos ganas de seguirlos, así que pusimos rumbo al tranvía para poner el punto y final a nuestro masivo desplazamiento a tierras mañicas.

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