lunes, 13 de abril de 2015

Friquicrónica de la romería en Barna

Un grupo de romeros de Friquis Verdes nos desplazamos a la Ciudad Condal para ver al Glorioso en el Mini Estadi y disfrutar de un fin de semana de convivencia bética con los rocieros de la Novena Provincia.

Esta vez echamos de menos a nuestros amigos imaginarios, porque días antes se acabaron las entradas para el partido y ante esa situación optaron por no venir con nosotros. La verdad es que no se lo han tomado muy bien y todo apunta a que no nos acompañarán ya a otras romerías.

Nada más llegar a Barcelona nos dirigimos a un parque que no era el parque Güell para participar en el XXV cumpleaños de los Barna. Alguno sólo había degustado en el día una hamburguesa chernobita de Ryanair, por lo que la barbacoa a base de xoriço, botifarra y pollastre nos supo a gloria. Pero lo mejor fue el postre, consistente en tortas de Inés Rosales que un expedicionario ya entrado en años y con mil batallas a sus espaldas llevaba en su mochila como único equipaje junto a unas sábanas.

Presencia de Toni Doblas, al que obsequiamos con una camiseta conmemorativa de la fusión entre el Sevilla Balompié y el Betis Foot-ball Club. Y allí pasamos buena parte del día hasta que nos percatamos de la presencia de un ultra del Al Ahly con turbante y cara de odio, por lo que fuimos a refugiarnos a Cornellá por si venían más.

Allí manda el mítico Paco, al que conocimos cuando subíamos a ver a Gabino en Sarriá. Y el decorado sigue siendo el mismo que entonces. Le tenemos especial cariño a los baños, que nos recuerdan mucho a los antiguos de Gol Sur. Más efluvios etílicos y cada uno por su lado, con romeros de Friquis distribuidos por casas y campings.

En el camping nos surgió algún problema. Nosotros, que somos del taco, estamos acostumbrados a que haya toallas en nuestros alojamientos. No había, así que comenzamos una expedición por los bungalows cercanos para tomar una prestada y a ser posible, sin pelos. Como no hubo suerte y los guiris son listos, por la mañana compramos una.

En ese momento comprobamos que la guerra de las banderas también se extiende al textil playero. Había tres opciones: una con un toro y la enseña nacional, otra con un burro y una estelada... y una con un unicornio rosa y muchos colorines. Elegimos la última.

Ya oliendo a gel Magno marchamos hacia el lugar de encuentro antes de partir para el Mini Estadi. Por el camino, en tranvía, una nube tóxica y una palanca mal accionada retrasaron nuestro viaje, que completamos en metro. Todo apuntaba a fiesta, pero el Betis se encargó de recordarnos que la alegría en casa del pobre dura lo que dura y ya palmábamos a los dos minutos.

Pero nuestro simpecao, invicto en Gijón, Las Palmas, Zaragoza, Soria, Huelva, fue una vez más talismán y
remontamos en la segunda mitad. Regreso al cuartel general del Paco, pequeño scontri con una vecina rubia de bote que nos acusaba de estar haciendo un after mientras el primo Esponja dejaba sin existencias de Beefeater el local y cada uno para su templo después de un fin de semana cargado de anécdotas y compartido con nuestros hermanos romeros de Barna, que como siempre demostraron ser unos anfitriones de lujo y varios miles de béticos catalanes y llegados desde Sevilla y otras zonas de Andalucía. Éramos tantos que los tontos de siempre pasaron media noche buscando en Google desplazamientos multitudinarios de otras aficiones al Mini Estadi, destilando toneladas de bilis y demostrando que cuesta aceptar que ni los títulos los hacen ser más que nosotros.

PD: Queríamos contar bastantes más cosas en nuestra friquicrónica, pero no nos acordamos. ¡Friquismo y Beticismo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario