miércoles, 1 de julio de 2015

Una pasión transmitida de padres a hijos… hasta el fin de los días

El negocio llamado fútbol continúa asestando multitud de golpes mortales a los valores de un deporte tan noble como antiguo. Todo se mide por el impacto económico: pinchazos televisivos, publicidad, merchandising... y ya no es ningún secreto que lo último que importa en este circo es el aficionado, el que paga religiosamente un abono o entrada.

El que es capaz de sacrificar unas vacaciones después de un año de currelo o el que busca debajo de las piedras si es preciso los casi 200 euros que, en el mejor de los casos, cuesta un carné. Y todo ello con el único fin de animar a tu equipo y continuar otro año compartiendo grada con los tuyos.

En el Villamarín esa sensación de que no importamos es todavía mayor si eres socio de su pulmón, el vetusto Gol Sur. La mayoría de los que allí pasamos los domingos al sol llegamos a este lugar gracias a nuestros antecesores y hemos seguido fieles a esta religión llamada Real Betis Balompié, manteniendo una tradición que ni los descensos, ni los éxitos del otro equipo de la ciudad, han sido capaces de romper.

Y todo ello pese a que en reiteradas ocasiones se nos ha intentado criminalizar, a que estamos siendo sometidos a una persecución injustificada y constante y a que, lejos de aquel proverbio que decía que el que paga siempre lleva la razón, en ocasiones nos sentimos tratados como un reo de Guantánamo al que solo le falta cambiar la bufanda del Betis por un mono naranja.

Hemos aguantado que se nos tilde de delincuentes por un cántico que surgió en Valencia, que reprodujo un grupo minúsculo y que se ha cantado en otras partes del estadio. Aguantamos horarios infames y que no son compatibles con alguien que trata de conciliar el ocio con su vida familiar y laboral. Y vamos a tener que tragar con medidas como el acceso a nuestra grada a través de la huella digital, en otra clara acción discriminatoria y acusatoria que no se extenderá al resto de gradas del estadio.

Pero lo que no vamos a tolerar bajo ningún concepto es que la directiva rompa esa cadena forjada durante más de un siglo de existencia del club, vínculos familiares, sentimentales e históricos, porque se les antoje a los que ahora ocupan la zona noble del Benito Villamarín.

Nuestro club ha decidido que a partir de los cinco años los niños no pueden continuar accediendo a Gol Sur y se tienen que separar de sus padres, o bien que estos abandonen su grada y se marchen a otra zona del estadio.

Llevamos décadas en Gol Sur, es nuestra segunda casa, fue la segunda casa de muchos de nuestros padres y queremos que continúe siendo la segunda casa de nuestros hijos. Así que señores de chaqueta y freiduría, de gambas y convites en peñas, tengan ustedes claro que por ahí no vamos a pasar. El Betis es una tradición heredada, un sentimiento que desde tiempos inmemoriales se ha trasladado de padres a hijos. Y así debe continuar hasta el fin de los días.

#MiHijoenGolSur

2 comentarios:

  1. Yo estoy en la misma situacion.mi sobrina que viene al futbol con la familia y es socia del betis desde que nacio no nos dan asiento para la niña. Me gustaría ponerme en contacto cn ustedes para unirnos y poder acer algo con esta ley absurda

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  2. Yo estoy en la misma situacion.mi sobrina que viene al futbol con la familia y es socia del betis desde que nacio no nos dan asiento para la niña. Me gustaría ponerme en contacto cn ustedes para unirnos y poder acer algo con esta ley absurda

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